martes, 28 de octubre de 2008

Profeta en su tierra

PAMELA ARAVENA BOLÍVAR
Desde Rosario, Argentina/Reportajes El Mercurio 26.10.08


"¿Preguntás si pocos o todos conocen al 'Loco' Bielsa aquí en Rosario? Chicos, ¿quién es Marcelo Alberto Bielsa?", interroga Javier (18) a sus hermanos de ocho y seis años ante una consulta que francamente le parece torpe. "Es el técnico de Chile, fue técnico de Argentina, es fanático de Newell's Old Boys y es ex alumno del Colegio Sagrado Corazón", enumeran a coro los niños.
En esta ciudad de poco más de un millón de habitantes, para los taxistas, dependientes de almacén, recepcionistas de hotel, cajeros de banco, garzones y oficinistas, los Bielsa son parte del inventario.
Nieto de un destacado constitucionalista, hijo de otro reconocido abogado santafesino; hermano de María Eugenia, arquitecta, ex vicegobernadora y actual concejal de Rosario, y de Rafael, ex canciller de Néstor Kirchner, ex diputado y candidato perdedor en la última elección de gobernadores en 2007, con su carrera de técnico de fútbol, Marcelo Bielsa consiguió aún más fama y gloria que la suma de todos los galardones políticos y jurídicos de su familia.
Llevó el mundial a su colegio
Cuando Javier tenía doce años y cursaba el 6º grado, en 2002, fue el año en que más se habló del "Loco" en Rosario. "Había llevado al mundial de Corea-Japón a Argentina y nuestro colegio, el Sagrado Corazón, se preparó con todo. Instalaron pantalla gigante en el patio para ver el partido contra Inglaterra. Todos, desde el jardín de infantes hasta la secundaria, vinimos a verlo. Ese año, además, los profesores no paraban de hablar de él. Que cuando era un chico se sentaba en tal lado, que no paraba de hablar de fútbol, que era muy inteligente, pero muy tímido".
Todas las expectativas estaban en ese partido contra sus rivales eternos desde la guerra de las Malvinas y su colegio paralizó todas las actividades académicas para ser protagonistas de su gran triunfo. Ese mismo año, Bielsa había asistido como estrella al Sagrado Corazón para dar la primera y última charla pública a sus alumnos. Regaló una camiseta de la selección autografiada por todos los jugadores de la selección, que hoy se luce como trofeo en la dirección, y habló de esfuerzo, perseverancia, de creer en uno mismo. "Nosotros creíamos en él también. Hasta ese momento había ganado todo. No existía otra posibilidad que derrotar a Inglaterra. Pero David Beckham nos aguó la fiesta", cuenta Javier. Días después, la selección argentina volvía derrotada al país, tras ser eliminada en primera ronda del mundial 2002.
Bielsa no volvería a ser el mismo.
En su refugio, junto a su padre
El "Loco", que ya se había ganado la animadversión de la prensa bonaerense y extranjera -"ESPN, Fox y los diarios más importantes de la capital no le perdonaban que no les diera exclusivas y que hiciera conferencias de prensa para todos por igual", cuenta Alejandro Cachari, editor de Deportes del diario La Capital, de Rosario-, con su derrota les dio lo que necesitaban para terminar de apabullarlo. Tan duro lo golpearon que dejó el fútbol y de la timidez pasó al ostracismo.
Se cambió de casa en Rosario varias veces, hasta que consiguió un departamento en la calle Wheelwright, frente a la renovada costanera y con vista al río Paraná. Pero el campo de sus suegros -ubicado entre los pueblos de Máximo Paz y Alcorta, 80 kilómetros al sur- se convirtió en su principal refugio. Esta semana, después del triunfo de Chile ante Argentina, la finca volvió a ser su principal sede. Una sede inexpugnable, por cierto.
Rodeado de campos plantados de soja, maíz y trigo, el fundo de la familia de su esposa, Laura Brancalenti, se reconoce por su entrada con una monumental alameda de 500 metros de largo, al final de la cual, y en medio de un tupido bosque, casi no se divisa la casona patronal. Hasta aquí llegó en estos días en compañía de su padre, Rafael Bielsa, para disfrutar de su piscina, gimnasio, asaderas y su infaltable plasma donde ve una y otra vez partidos de fútbol.
Las preguntas que lo aislaron y la obra de Navidad por encargo
"Antes del mundial, siempre venía al pueblo -cuenta Aldo, un hombre mayor que parece conocer todos los secretos de Máximo Paz, de no más de 3.800 habitantes y que queda a ocho kilómetros del fundo-. Compraba el diario en la Casa López y se sentaba en las bancas de piedra de la plaza a leerlo. Saludaba a quien se le cruzara y casi todos sabíamos que no había que hablarle de fútbol. Pero un día, el hijo de la señora del negocio le preguntó por qué le había ido tan mal en el mundial. Lo mismo le pasó con el hijo de la señora que le hacía las pastas. Se enojó y no volvió más. La derrota del mundial lo calló para siempre. Y ahora poco y nada se le ve por acá".
Antes del mundial de 2002, Bielsa parecía otro hombre. Marcelo Troieli, el encargado de la estación de servicio ubicada justo antes del ingreso al pueblo, cuenta una anécdota que muestra el lado humano del "Loco". "Mi principal vocación es el teatro. Escribo obras y hago clases. Cuando Bielsa venía para acá se daba un tiempo para charlar. A fines de 2001 me pidió que escribiera una obra basada en la Navidad, porque quería representarla junto con su esposa e hijas al resto de la familia. Se la hice y él me lo agradeció. No quise aceptar el pago. Era un honor para mí escribir para Bielsa. Pero esos fueron los últimos días en que lo vi feliz. Después se encerró. Ahora manda a sus muchachos por nafta o por comida. No lo he visto más de tres veces en los últimos dos años".
Ni por nada perder la amistad del "Loco"
Sólo tres personas son las privilegiadas en Máximo Paz que aún pueden ver a Bielsa. El escribano del pueblo, Alfredo Palena; Vito, un sencillo electricista sesentón que es regalón del técnico, y Coco, un vecino dueño de un pedacito de tierra, al que Bielsa le cuida los animales cuando aquél viaja fuera y a quien le regala buzos de fútbol de cuando en cuando.
Don Alfredo, el escribano de largos 82 años, cuenta que se hizo amigo del técnico gracias a su hijo. "Ariel estudió Educación Física junto con Bielsa en el instituto terciario General San Martín de Rosario. Después, cuando Marcelo llegó a ser técnico, se lo llevó a trabajar con él, primero en Newell's y luego en el Guadalajara de México. No sé qué contactos tenía Bielsa en Chile, pero también consiguió que Ariel trabajara como preparador físico en Colo Colo en la era de Jaime Pizarro y Marcelo Espina. Estuvo cuatro años allá y luego uno más en Everton". El escribano también fue de los pocos invitados del pueblo, hace ya casi 20 años, al matrimonio de Bielsa: "Lo festejó en el campo de su suegro. La fiesta empezó a las 10 y media de la mañana y terminó cerca del anochecer. Hubo asado campero, con ensaladas y empanadas, como le gusta a él. Es bueno para comer y no lo disimula". Pero ahora hace meses que no lo ve. "Cuando él quiere que vaya para su casa, me llama. Pero, en realidad, estuve muy enfermo y distanciamos nuestras visitas".
A Vito, el dependiente de la Empresa Provincial de Electricidad, en cambio, lo ve siempre. "Cada vez que viene Bielsa, llama a Vito para invitarlo a un asado o a un mate. Ayer mismo fue a tomar mate a su casa -cuenta un mecánico amigo-. Se conocen desde hace 10 años, cuando fue a hacerle unas instalaciones eléctricas a la casa. Lo quiere mucho, porque es el único que habla a las puteadas con él y le dice: 'A usted no le gusta que le hablen de fútbol, pues a mí no me hable de electricidad'. ¿Y quiere saber algo? Esta vez Bielsa rompió su cábala y habló de fútbol. Le dijo que estaba contento en Chile, porque le va bien y porque sus chicos responden".
Y el Vito, que está ahí mismo, trabajando unos metros más allá, mira para otro lado y prefiere el silencio a perder la amistad del "Loco" por culpa de una entrevista.
"Hubo quienes festejaron el gol de Chile"
Si en Máximo Paz están sus amigos incondicionales, en Rosario están sus hinchas más fervorosos. "Para los más jóvenes que no lo alcanzaron a ver de técnico en Newell's, Marcelo es el Che Guevara del fútbol. Hablar de Bielsa es hablar de un mito viviente", asegura Gustavo Gutiérrez.
Apasionado por Bielsa, cuando éste dejó el plantel en 1992, tras ganar el campeonato argentino y el subcampeonato de la Libertadores, Gustavo, entonces de 26 años, mandó a hacer dos banderas gigantes con el rostro del "Loco" y la leyenda: "Bielsa, sos Rosario".
Y él, que iba únicamente a los partidos en que Newell's jugaba de local o en Buenos Aires, decidió hacerle un homenaje a su ídolo y partió durante dos años a seguir a su equipo todos los fines de semana, aunque fuera en Jujuy, a 1.600 kilómetros de distancia, con la sola intención de mostrar sus banderas. Bielsa, agradecido, un día lo recibió y le autografió una de ellas.
Los homenajes no se detuvieron. Hicieron otro cartel gigante que colgaron por algunos minutos en el gigantesco Monumento a la Bandera de Rosario, erigido al borde del río Paraná, en el mismo lugar donde hace 200 años se izó por primera vez en la Argentina la bandera de la reciente nación independiente.
Luego vino un cómic dibujado por otro de sus fervientes admiradores y que recordaba la larga historia que une a Bielsa con su club. Y la colección de revistas "El Gráfico" que destinaron portadas a la figura del "Loco".
A pesar de la idolatría de estos hinchas, el nombre de Bielsa no se puede mencionar en el club. Peleado a muerte con la dirigencia que asumió en 1994, el técnico prometió no volver al estadio hasta que Eduardo López abandone la presidencia. En el estadio figuran todas las copas del club y los rostros que lo han hecho famoso, pero el del "Loco" no se ve por ningún lado. "En 2003 -cuenta Gustavo-, para el centenario del club, los hinchas tuvimos que elegir al mejor jugador de la historia en cada uno de los puestos. Y a pesar de que lo exigimos, se nos prohibió elegir al mejor DT".

El ganador hubiera sido Bielsa, por supuesto.

"Desde Chile, Bielsa les está dando un ejemplo. Yo conozco gente que festejó el gol de Chile ante Argentina -dice Federico Steiger, otro fantático-, porque representa los valores que todos quisiéramos ver en Newell's y en la selección argentina: trabajo, disciplina, cohesión, equipo. Y también porque, aunque a muchos no les guste, Bielsa no sólo es profeta afuera, sino también en su tierra".